lunes, 6 de septiembre de 2010

Pedro Moacir Maia




Pedro Moacir Maia (1929- 2008) fue uno de esos humanistas al que seguramente habría sido un placer conocer. Al menos esa es la impresión que provoca leer sus cartas a la par de la colección de plaquetas realizadas por él y enviadas a mis padres. Brasilero, originario de Bahía, fundó su pequeño sello editorial en 1950 bajo el hermoso nombre de Dinamene, una de las cincuenta Nereidas de la mitología y musa romántica en la sublimación de una muchacha china del poeta portugués Luís de Camões. En los años 70 Maia –como lo llamaban en casa– fue director del Centro Brasileiro de Cultura en Buenos Aires (más tarde, con el mismo cargo lo fue en Santiago de Chile). De estos años son las plaquetas, tarjetones, pliegos, memorabilia que gustaba, amaba sería la palabra indicada, producir. Entre las publicaciones se encuentran poemas de Borges, Vicente Barbieri, Eduardo González Lanuza, Eduardo Mallea, Baldomero Fernández Moreno, Juan Ramón Jiménez, Manuel Bandeira,  João Cabral do Melo Neto, Odylo Costa e incluso fotografías de Horacio Coppola. No está muy claro si Maia llevaba consigo a cada ciudad a la que iba su prensa y sus burros tipográficos. Lo cierto es que no solo publicaba breves piezas literarias también imprimía octavillas donde solicitaba el estímulo de los bibliófilos, anuncios de mudanzas, y como en el ejemplo de la imagen, los versos de Manuel Bandeira con el pretexto de mostrar los caracteres Garamond de los que era dueño.

Entre las cartas apareció una foto de él donde el texto escrito a máquina en el reverso lo presenta con humor y sin solemnidad como amante de los libros.